LOLA GRECO

 

ENTREVISTA: CENA CON... LOLA GRECO

 

 
 "Me he criado entre baúles oliendo a moho"

El encuentro es en uno de los grandes templos mundiales del flamenco. Dicho así puede sonar exagerado y más aún tratándose de un restaurante austero y sobrio del madrileño y popular barrio de Tirso de Molina. Pero los que pertenecen a ese mundo y buscan la autenticidad del género saben que Casa Patas es una cita ineludible e imprescindible.

La bailaora decidió prepararse en serio para este oficio a los 11 años De ahí que una de las más grandes bailaoras y bailarinas, ella es las dos cosas, no dude en elegir este espacio. Así está en casa y todo es más fluido. Porque Lola Greco, que ha subido a los más importantes escenarios de medio mundo y que estos días se mete en la piel de Fedra para enfrentarse a las milenarias piedras del Teatro Romano de Mérida, es tímida y, sobre todo, le cuesta hablar de ella misma. En cambio, las palabras fluyen sin esfuerzo cuando se trata de hablar de la gente con la que trabaja ahora, como Carmelilla Montoya o Miguel Narros, y no digamos si la conversación gira en torno a su familia. Su padre, el gran José Greco, su madre, Lola de Ronda o sus hermanos José, Paolo, Carmela, con los que le encantaría montar otro espectáculo. Sólo pierde pudores hacia ella misma cuando se trata de hablar de su arte, no en las tablas, sino en la cocina. Al tiempo que da buena cuenta de sus espárragos y se entretiene con unas diminutas habas, habla de la pasión que le echa a sus guisos, sus arroces y sus estofados, aunque también reconoce que es capaz de desayunarse un chorizo de cantimpalo con un café, porque casi es adicta a ese embutido. Por esta vez ha preferido un buen jamón de bellota. Con su físico, sus apellidos, su trayectoria, cabría pensar que Lola, nacida en Madrid en 1964, es un eslabón de un linaje de gitanos dedicados al flamenco. Pero en realidad su padre es Constanzo Greco (hijo de Paolo Greco, un panadero emigrante en Estados Unidos), que estudió danza y otras artes escénicas en la Brooklyn Academy of Music, con Madame Viola, que trabajó y bailó durante años con La Argentinita "fueron amantes largo tiempo", dice su hija, y cuyo nombre artístico se lo debe a una de las grandes maestras de la danza, Pilar López, quien siguió apoyándole cuando se vino a España en los años cincuenta ya convertido en uno de los mitos internacionales de la danza española. "Mis hermanos y yo nos hemos criado entre baúles oliendo a moho, nos metíamos en ellos y podíamos salir disfrazados para tres años", dice esta mujer que empezó a bailar en las sobremesas de las cenas familiares, tanto en Italia como en España, aunque reconoce que cumplidos los 11 años aquello dejó de ser una broma y quiso tomárselo en serio. "Quería estudiar clásico español"; y a los 19 años se convirtió en primera bailarina del Ballet Nacional de España, al que siempre ha estado ligada. Ha actuado incluso en la Scala de Milán o la Fenice de Venecia. Todos templos sagrados, como Casa Patas lo es si hablamos de flamenco. Un espacio donde su presencia no pasa desapercibida. Se le acercan jóvenes que con voz casi temblorosa le preguntan si es Lola Greco y cuando ella contesta afirmativamente una gran sonrisa les ilumina la cara. Pero también desfilan por su mesa miembros de la familia del Güito, de los Maya. Casi más que quererla, la veneran.

 


ROSANA TORRES 02/07/2009. En la foto,  Lola Greco se mete en la piel de Fedra en Mérida.- CLAUDIO ÁLVAREZ

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El Arte de Vivir el Flamenco © 2003
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