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FERNANDO EL DE TRIANA
FERNANDO RODRÍGUEZ GÓMEZ, cantaor, guitarrista y difusor del Flamenco, se le conocía con el nombre artístico de FERNANDO EL DE TRIANA, nació en Sevilla en el año de 1867, murió en la localidad Sevillana de Camas, en la miseria, en su taberna La Sonanta, el día 7 de septiembre de 1940. Como bien se aprecia en su utilizado libro Arte y Artistas Flamencos, donde recogió una extensa nómina de artistas, con sus fotografías, que sin él, hubiesen quedado en el olvido... Fernando se crió entre los gitanos de La Cava. Por eso escribió: «Soy hijo de un pobre herrero y pura sangre romaní de Triana. Nací en una fragua y fui sonador», es decir, guitarrista. Fue un gran intérprete de las malagueñas y los fandangos.
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Fernando 
«El de Triana», que destacó su «voz machuna, de temple brusco y de gran 
potencia», con la que coronaba los cantes gitanos matrices de su barrio, a los 
que daba «una sensación de tragedia por el gesto realizado». Y agrega Fernando, 
testigo de sus actuaciones, que al terminar sus cantes «los otros gitanos que le 
acompañaban y muchos gachés que por fuera fe escuchaban, pagaban su arrebatador 
delirio con romperse la ropa y echar por alto todos los cacharros que tenían por 
delante». Especialmente, cuando interpretaba esta colosal siguiriya:
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Era tal 
su fama, que Fernando de Triana en su libro Arte y Artistas Flamencos, Madrid, 
(1.935), cuenta que todos los notables artistas de la época, prescinden de sus 
derechos, cantando por delante de él, siendo así escuchados y aplaudidos por el 
público, ya que cuando Chacón terminaba de cantar el salón se desalojaba hasta 
la próxima actuación. Era tal Concurrencia de público en sus actuaciones, que a 
las cuatro de la mañana parecía que era las diez de la noche, no moviéndose 
nadie de su asiento hasta que Chacón no terminaba el espectáculo. Era tal el 
silencio del salón que solo se interrumpía en algún tercio del cante, por la voz 
del gran Silverio murmurando en voz baja ¡qué bárbaro!, ¡que bárbaro!, esto 
hacia que cientos de personas de toda clase mantuvieran un silencio sepulcral 
para no perder una nota ni un detalle de su estilo sublime y sentimental raro y 
poco conocido. Ocho meses canta Chacón en el café de Silverio, cantado después 
un mes en Málaga, volviendo después al café del Burrero salvando la clientela 
del salón.
 Mi primer 
libro, La Sonanta (Triana, 1993), se ocupó de la vida y obra de Fernando 
Rodríguez Gómez, conocido por el sobrenombre artístico de Fernando el de Triana. 
No es un gran libro, pero aporté muchos documentos sobre el artista, su familia 
y su vida. Siempre he querido reeditar el libro para completar una biografía 
necesaria para el mundo del flamenco, por ser Fernando, además de un cantaor 
importante de su tiempo (1867-1940), el primer cantaor de la historia del 
flamenco que se atrevió a escribir un libro sobre su arte, Arte y artistas 
flamencos (Madrid, 1935), una obra verdaderamente fundamental por la gran 
cantidad de datos biográficos que aporta sobre muchos artistas de su tiempo, 
además de un material fotográfico de incalculable valor. Sin ese libro no 
sabríamos ni la mitad de lo que sabemos sobre los creadores de lo que hoy 
conocemos por flamenco. Se llegó a decir que la obra no la escribió Fernando, 
sino Tomás Borrás, algo que es absolutamente incierto porque obra en mi poder 
desde hace años una copia del manuscrito original de su puño y letra, que fue 
pasado a máquina por Blas Infante, quien llegó a escribir incluso un prólogo que 
al final no se incluyó en el libro, seguramente por motivos políticos. Arte y 
artistas flamencos, la famosa obra literaria del Decano del Cante Jondo, como le 
llamaban a Fernando, comenzó a gestarse en Coria del Río, donde el cantaor tuvo 
un chiringuito junto al Guadalquivir, en la zona conocida como El Carrascalejo. 
Tras ofrecer una conferencia en el Centro Cultural Instructivo, en 1932, en la 
que estuvieron Blas Infante y el gran pintor sevillano José Rico Cejudo, surgió 
la idea de convertir sus apuntes en un libro, que se editó gracias a la 
generosidad de la gran Antonia Mercé La Argentina, como es sobradamente 
conocido. Fernando apenas da apuntes sobre su dilatada carrera y ocultó 
importantes episodios de su vida, entre otros, el verdadero lugar de su 
nacimiento, que escondió porque, criado en Triana, siempre dio a entender que 
era nacido en el barrio e hijo de “un pobre herrero y romaní de Triana”, algo 
que no es cierto. Ni nació en Triana ni era hijo de un herrero romaní. Y, desde 
luego, por sus venas no corría sangre gitana, a pesar de que se lo diera a 
entender al irlandés Walter Stakie en Don Gitano, en una entrevista que di a 
conocer en mi libro La Sonanta en 1993. Fernando era hijo de un sevillano, 
Joaquín Rodríguez Jiménez,  y de una trianera, Ana Gómez Pérez, la hija de 
Fernando Gómez El Cachinero. Sus padres se casaron a principios de los 60 del 
siglo XIX y tuvieron a su primer hijo, Joaquín, en la calle Pópulo, en 1864. 
Esta calle está más o menos detrás de la Plaza de Toros de la Real Maestranza de 
Sevilla. Al poco tiempo el matrimonio se trasladó a la calle Pozo, en el célebre 
barrio de San Luis, cerca de la Macarena, donde vino al mundo Fernando el día 15 
de abril de 1867. Concretamente en el número 2 de esta calle y a las seis de la 
mañana. El gran Fernando el de Triana era macareno. ¡Menuda bomba!
Mi primer 
libro, La Sonanta (Triana, 1993), se ocupó de la vida y obra de Fernando 
Rodríguez Gómez, conocido por el sobrenombre artístico de Fernando el de Triana. 
No es un gran libro, pero aporté muchos documentos sobre el artista, su familia 
y su vida. Siempre he querido reeditar el libro para completar una biografía 
necesaria para el mundo del flamenco, por ser Fernando, además de un cantaor 
importante de su tiempo (1867-1940), el primer cantaor de la historia del 
flamenco que se atrevió a escribir un libro sobre su arte, Arte y artistas 
flamencos (Madrid, 1935), una obra verdaderamente fundamental por la gran 
cantidad de datos biográficos que aporta sobre muchos artistas de su tiempo, 
además de un material fotográfico de incalculable valor. Sin ese libro no 
sabríamos ni la mitad de lo que sabemos sobre los creadores de lo que hoy 
conocemos por flamenco. Se llegó a decir que la obra no la escribió Fernando, 
sino Tomás Borrás, algo que es absolutamente incierto porque obra en mi poder 
desde hace años una copia del manuscrito original de su puño y letra, que fue 
pasado a máquina por Blas Infante, quien llegó a escribir incluso un prólogo que 
al final no se incluyó en el libro, seguramente por motivos políticos. Arte y 
artistas flamencos, la famosa obra literaria del Decano del Cante Jondo, como le 
llamaban a Fernando, comenzó a gestarse en Coria del Río, donde el cantaor tuvo 
un chiringuito junto al Guadalquivir, en la zona conocida como El Carrascalejo. 
Tras ofrecer una conferencia en el Centro Cultural Instructivo, en 1932, en la 
que estuvieron Blas Infante y el gran pintor sevillano José Rico Cejudo, surgió 
la idea de convertir sus apuntes en un libro, que se editó gracias a la 
generosidad de la gran Antonia Mercé La Argentina, como es sobradamente 
conocido. Fernando apenas da apuntes sobre su dilatada carrera y ocultó 
importantes episodios de su vida, entre otros, el verdadero lugar de su 
nacimiento, que escondió porque, criado en Triana, siempre dio a entender que 
era nacido en el barrio e hijo de “un pobre herrero y romaní de Triana”, algo 
que no es cierto. Ni nació en Triana ni era hijo de un herrero romaní. Y, desde 
luego, por sus venas no corría sangre gitana, a pesar de que se lo diera a 
entender al irlandés Walter Stakie en Don Gitano, en una entrevista que di a 
conocer en mi libro La Sonanta en 1993. Fernando era hijo de un sevillano, 
Joaquín Rodríguez Jiménez,  y de una trianera, Ana Gómez Pérez, la hija de 
Fernando Gómez El Cachinero. Sus padres se casaron a principios de los 60 del 
siglo XIX y tuvieron a su primer hijo, Joaquín, en la calle Pópulo, en 1864. 
Esta calle está más o menos detrás de la Plaza de Toros de la Real Maestranza de 
Sevilla. Al poco tiempo el matrimonio se trasladó a la calle Pozo, en el célebre 
barrio de San Luis, cerca de la Macarena, donde vino al mundo Fernando el día 15 
de abril de 1867. Concretamente en el número 2 de esta calle y a las seis de la 
mañana. El gran Fernando el de Triana era macareno. ¡Menuda bomba!
Sólo en una entrevista que le hicieron con motivo de la presentación de su libro, el cantaor confesó ser sevillano y criado en Triana. Pero nunca dijo, que sepamos, que había nacido en el barrio de San Luis y que había sido bautizado en la Parroquia de San Gil, en la Macarena. Era el gran secreto del pobre Fernando, que llegó a Triana siendo un niño, donde nacieron sus dos hermanas, Rosario y María del Carmen, concretamente en la calle Verbena. Más tarde habitaría en dos domicilios de la calle Pureza. Hasta que su dedicación al cante le obligó a recorrer España y convertirse en un nómada de lo jondo. Aquel libro mío de 1993 se tuvo que editar a la carrera y se quedó fuera mucha información por falta de presupuesto. Lo editó, por cierto, el entrañable político sevillano Alberto Jiménez Becerril, al que ETA asesinó seis años después junto a Asunción, su esposa. Ahora sería el momento de reeditarlo o reeditar Arte y artistas flamencos, la gran obra de Fernando, con una completa biografía sobre el artista y una revisión a fondo de un texto de una gran importancia para la historia del flamenco. No nació en Triana, pero siempre será Fernando el de Triana, que murió en la localidad sevillana de Camas, en la miseria, en su taberna La Sonanta, el día 7 de septiembre de 1940.
Fernando el de Triana en su chiringuito de Coria del Río
No hace muchos días publicábamos en La Gazapera el verdadero lugar de nacimiento 
de Fernando el de Triana, al que llamaban Decano del Cante Andaluz. Fernando 
Rodríguez Gómez, que así se llamaba el artista, recibió su primer beso de luz en 
la calle Pozo de Sevilla, en San Luis, en 1867. Luego vivió en el número 150 de 
la calle Feria, en el barrio del mismo nombre, donde en 1869 nació su hermano 
Manuel, que murió pronto. Pero al ser de madre trianera, al poco tiempo ya se 
avecindó en la calle Verbena de Triana para más adelante irse a la emblemática 
calle Pureza, desde donde comenzó a hacer sus salidas por el país para ejercer 
su profesión de cantaor una vez realizado el servicio militar. Pero Fernando no 
vivió siempre del cante, que en aquellos tiempos no era algo fácil. Sólo unos 
cuantos lograron vivir del arte de lo jondo. 
 Fernando 
llegó a tener incluso un restaurante en la ciudad marroquí de Nador, donde había 
muchos andaluces. Y cuando se le fue el cante por el inevitable paso de los 
años, se afincó en la localidad sevillana de Coria del Río, donde montó un 
chiringuito especializado en manzanilla de Sanlúcar y albures fritos o al 
carbón. Montó este chiringuito en El Carrascalejo, en la misma orilla del 
Guadalquivir, como pueden ver en la fotografía. Fernando y su mujer, Paca la 
Coja, se encargaban de hacer traer la manzanilla desde Sanlúcar en barriles 
empapados en agua para que no se echara a perder. Muchas veces eran los propios 
pescadores de Coria quienes se la traían y al reclamo del prodigioso caldo 
sanluqueño acudían algunos cantaores, amigos de Fernando, como fueron Manuel 
Torre y su hermano Pepe, el Niño Gloria, Mazaco o Currito el de la Geroma. 
Fernando cogía su vieja guitarra y acompañaba a estos cantaores en las fiestas. 
Sin embargo, el negocio fue ruinoso y El Decano acabó montando una tabernita en 
otra localidad sevillana, Camas. Esta taberna se llamó La Sonanta y Fernando la 
tenía decorada con viejos carteles y fotografías, con los recuerdos de toda una 
vida. Aunque el artista murió en 1940 y La Sonanta se cerró, en 1991 tuve la 
gran suerte de poder entrar en la casa del cantaor y ver dónde tuvo la taberna. 
Se pueden imaginar la emoción que sentí cuando pensé en los ratos de cante que 
se echarían en aquella casa, por la que pasaron muchos artistas y un día 
apareció el escritor Walter Starkie para entrevistar a Fernando, entrevista que 
publicó luego en su obra Don Gitano. ¡Pobre Fernando! Cuando publicó su libro, 
Arte y artistas flamencos, en 1935, su mujer iba vendiéndolos por las calles de 
Camas con una espuerta de esparto. La mayoría de estos libros se quedaron en 
Camas y Coria del Río.  La obra no lo sacó de la miseria, pero alivió un poco el 
hambre de la Guerra Civil de 1936. Esta mañana lluviosa y plomiza he sentido la 
imperiosa necesidad de recordar a este hombre que se inventó un padre gitano y 
herrero de Triana para que el gitanista Starkie le diera más importancia. 
Mirando esta fotografía de Fernando y su esposa podemos imaginarnos cómo estaría 
de buena la manzanilla que vendía en el chiringuito de Coria.
Fernando 
llegó a tener incluso un restaurante en la ciudad marroquí de Nador, donde había 
muchos andaluces. Y cuando se le fue el cante por el inevitable paso de los 
años, se afincó en la localidad sevillana de Coria del Río, donde montó un 
chiringuito especializado en manzanilla de Sanlúcar y albures fritos o al 
carbón. Montó este chiringuito en El Carrascalejo, en la misma orilla del 
Guadalquivir, como pueden ver en la fotografía. Fernando y su mujer, Paca la 
Coja, se encargaban de hacer traer la manzanilla desde Sanlúcar en barriles 
empapados en agua para que no se echara a perder. Muchas veces eran los propios 
pescadores de Coria quienes se la traían y al reclamo del prodigioso caldo 
sanluqueño acudían algunos cantaores, amigos de Fernando, como fueron Manuel 
Torre y su hermano Pepe, el Niño Gloria, Mazaco o Currito el de la Geroma. 
Fernando cogía su vieja guitarra y acompañaba a estos cantaores en las fiestas. 
Sin embargo, el negocio fue ruinoso y El Decano acabó montando una tabernita en 
otra localidad sevillana, Camas. Esta taberna se llamó La Sonanta y Fernando la 
tenía decorada con viejos carteles y fotografías, con los recuerdos de toda una 
vida. Aunque el artista murió en 1940 y La Sonanta se cerró, en 1991 tuve la 
gran suerte de poder entrar en la casa del cantaor y ver dónde tuvo la taberna. 
Se pueden imaginar la emoción que sentí cuando pensé en los ratos de cante que 
se echarían en aquella casa, por la que pasaron muchos artistas y un día 
apareció el escritor Walter Starkie para entrevistar a Fernando, entrevista que 
publicó luego en su obra Don Gitano. ¡Pobre Fernando! Cuando publicó su libro, 
Arte y artistas flamencos, en 1935, su mujer iba vendiéndolos por las calles de 
Camas con una espuerta de esparto. La mayoría de estos libros se quedaron en 
Camas y Coria del Río.  La obra no lo sacó de la miseria, pero alivió un poco el 
hambre de la Guerra Civil de 1936. Esta mañana lluviosa y plomiza he sentido la 
imperiosa necesidad de recordar a este hombre que se inventó un padre gitano y 
herrero de Triana para que el gitanista Starkie le diera más importancia. 
Mirando esta fotografía de Fernando y su esposa podemos imaginarnos cómo estaría 
de buena la manzanilla que vendía en el chiringuito de Coria. 
Manuel Bohórquez Actualizado 19/05/2011  En la foto Fernando aparece al fondo 
tocando la guitarra junto a su esposa, Paca la Coja. - Efe 
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		7 Ene 2011 - Subido por frijones1 | 
| AUDIO | 
| Homenaje a 
		Fernando el de Triana | 
| Datos tomados de varias fuentes de la Historias del flamenco con recopilación de José María Ruiz Fuentes | 
| El Arte de Vivir el Flamenco © 2003 | 


