MARÍA JIMÉNEZ

 

ENTREVISTA A MARÍA JIMÉNEZ

 

   María Jiménez: «Ojalá pudiera, pero no sé llorar, y eso es muy jodido»
 

Conoció la noche como territorio de supervivencia, casi el único lugar habitable para mujeres que se salían de la norma. Cada tarde cruzaba el puente desde la trianera calle Fabié que la vió nacer para dirigirse a Los Gallos. Allí la descubrió el productor Gonzalo García Pelayo y la dotó de un repertorio de canciones que en su voz preñada de vicisitudes intuidas eran arañazos de género al destino. Compartió olvidos y esperanzas con nombres antológicos en las trastiendas y escenarios de «Las Brujas», en el «Villa Rosa», en «El Duende»... Después de 12 años apartada de la música y, tras divorciarse por segunda vez del actor Pepe Sancho, ha vuelto por la puerta grande con un disco de canciones de Joaquín Sabina que parecen compuestas para un corazón rebelde e infatigable como el suyo.

¿Quién mete más calor, el verano a usted o al contrario?

Él a mí, por cada poro.

¿El éxito de ahora lo tenía descartado de sus planes?

Siempre estuvo en mi corazón.

¿Cómo eran los veranos de su infancia?

Se derretía hasta la sombra. Había que llevar una de respuesto para ponerla en los adoquines.

¿Echa de menos algo de todo aquello?

Mi niñez. Por eso juego tanto con la niña que llevo dentro.

¿Ya entonces quería cantar?

Desde los 4 ó 5 años. Me hacía ropa de papel con aguja e hilo y se me rompía. Hasta que me fijé en las cadenetas de una Cruz de Mayo y descubrí que podía pegarla con engrudo de harina.

¿De quién conserva el recuerdo más tierno de su niñez?

De los Reyes Magos.

¿Guarda memoria de alguna Velá de Triana?

Ha sido siempre mi fiesta favorita. Más que la Feria. Recuerdo a esa Paquera cantando la noche entera, y a Gordito de Triana, y a Laureano, que nos regaba con agua para que nos levantáramos del poyete del parquecito...

¿En verano se enamora más que en otras épocas del año?

Creo que hay más calentura.

¿Lo que más le gusta de estas fechas?

Una cerveza fresquita, un aperitivo y la tumbona cerca del mar.

¿Y a quién quería imitar cuando salía a actuar en un tablao?

Imitar a nadie, pero cantando me asimilaba a Bambino. Decían que yo era como Bambino con tetas.

¿Coincidió con Camarón en alguna ocasión?

Nos queríamos mucho y nos pedíamos el uno al otro un cantecito. Y nos robábamos cositas.

¿Le da rabia enamorarse?

No, para nada. Amo al amor.

¿Consumió más energías en el amor o en el desamor?

Creo que en el desamor. En el amor consumes y recuperas. En el desamor te quedas sin energías y sin amor.

¿Llegó a odiar a alguien?

Enrabietarme, sí, pero odiar no.

¿Ni a sí misma alguna vez...?

Soy cariñosa con todo el mundo y conmigo también, aunque quiero más a los demás que a mí misma.

¿La mayor decepción que sufrió en la vida?

La que mi marido me ha hecho.

¿Qué le dijo a Dios cuando perdió a su hija?

Ni le dije ni le pregunté nada. Ahora me hablo con su madre más que con él.

¿Le importa que la vean llorar?

Ojalá me vieran, porque no sé llorar y eso es muy jodido.

¿La última vez que una película le encogió el alma?

Paso mucho de las historias y los dramas: «Una mujer sale de la cárcel, se encuentra a su familia...». Ojú qué agobio.

 



por JESÚS MARIA MORILLO BONO,  11-8-2002, ABC.es

Volver  | ver su biografía

El Arte de Vivir el Flamenco © 2003
ACEPTAR